Lalá Gatóo de Echarri (Se abre en ventana nueva)La vida de esta artista, que no aficionada, de esta pozuelera, además de famosa fuera de Pozuelo, de este espíritu libre, hasta el punto de ser rebelde, apunta ser, en este relato, la mejor sinopsis de cualquier función teatral, vista desde un lugar preferente, desde fuera de la escena.
"Mamá quiero ser artista, mamá quiero ser protagonista..." al son de la música Concha Velasco tatareaba, a su antecesora, la premonición de un sueño hecho realidad. Nuestra actriz de Pozuelo nunca puso nombre, a priori, a su inquietante necesidad expresiva aunque, un miembro familiar se encargó de sustituir su nombre originario, María Jesús, por un nombre artístico, Lalá, basando el cambio "en el parecido físico que tenía con la princesa marroquí Lalá Fátima, de ojos negros y pelo oscuro, y que visitó España en viaje oficial cuando yo era pequeña".

Con nombre de intérprete, unos apellidos familiares propios de una saga de artistas, "mi abuelo fue un experto en la laboriosa tarea de escribir guiones para el cine y el teatro y su hija, mi madre, heredó esa destreza que ponía en práctica por afición". Lejos de la afinidad, la dedicación profesional llegaría a la generación familiar a manos de la nieta, o mejor dicho, en papel. Ya que, la especialidad de Lalá no es la de escribir para interpretar sino la de interpretar para que escriban sobre ella. Nota de ello tomó The New York Times cuando dedicó una de sus páginas a Jacinta, el papel interpretativo de Gatóo de Echarri en la oscarizada película, "El Laberinto del Fauno" (2006), de Guillermo del Toro, en dónde compartió escenario con Maribel Verdú.

Esta actriz, pozuelera de adopción desde el año 81 y madrileña de nacimiento, alzó su carrera cinematográfica en contra corriente a lo establecido.

 

 

La expresión a la docencia

Primero dedicó el tiempo de juventud a la educación de sus hijos, cuatro en total, a quienes "siempre he querido impregnar en la importancia del arte, la sensibilidad hacia el mismo y lo recíproco que es practicar una disciplina", apunta nuestra protagonista. La actriz justifica su parsimonia temporal en el ejercicio teatral "debido a mi pusilanimidad". "Mi niñez y adolescencia estuvo marcada por la timidez a pesar de retener en mi interior una inmensa necesidad de expresar".

Cuando la familia Rey-Gatóo aterrizó en Pozuelo, a su paso en la inscripción de un taller de pintura, Lalá descubrió un cartel informativo para el Teatro Municipal, o lo que es lo mismo "la puerta de entrada a mi libertad de expresión, al desarrollo de una oculta pasión, al descubrimiento del mundo interpretativo y el dominio de la improvisación". A raíz de la formación, los primeros éxitos a la materia prima llegaron de la mano del Ateneo de Pozuelo, una asociación cultural volcada en el teatro. Papel que le dio el salto a la fama, tras conocer, en una actuación, a la que hoy es su representante y también actriz Esther Gala. Desde 2003, el cine, la televisión y la publicidad, con trabajos como en "Aquí no ha quién viva", o "Amar en Tiempos Revueltos" copan su vida, además de convertirla en un valor en alza para grandes directores. A quienes, lejos de sentir miedo cuando actúa delante de ellos les aporta ideas que engrandezcan el personaje.

A pesar de la intensa ocupación, Lalá compagina su papel mediático con actuaciones del Ateneo o sus cameos en todas las actividades de Pozuelo: Día del Niño, Gala Cruz Roja... "Porque para mi actuar es una terapia con la que disfruto, además de aportarme soltura y expresividad en mi desarrollo profesional y personal. El teatro ayuda a vencer la barrera del yo no puedo, al igual que la tarea de comunicar".

Una simbiosis que sin duda, convierten a esta mujer, en rebelde por sus ganas de vivir, en trabajadora por sus ganas de actuar, en luchadora por sus ganas de demostrar que la edad no es un obstáculo y en docente porque "tanto la creatividad como la expresividad deberían formar parte de la base educacional". Sin duda, una gran actriz a la que, Luis de Echarri, su abuelo, escribiría el guión de una película basado en su propia nieta.

En fin, apasionada, expresiva, interpretativa, improvisadora... cualquier apelativo con carácter gana fuerza cuando Lalá Gatóo es la protagonista.

Texto y fotografía: Irene Lema