Hacer uso de las bombillas de bajo consumo. Reducen un 80% la energía consumida por las bombillas tradicionales (incandescentes).
Aprovechar la luz natural siempre que sea posible.
No dejar encendidas las luces en las dependencias que no se estén utilizando.
Colocar reguladores de intensidad de luz.
Utilizar tubos fluorescentes en lugares propios para ello, como por ejemplo, la cocina.
Utilizar colores claros en paredes y techos.
Utilizar electrodomésticos de la Clase A.
No dejar los aparatos eléctricos en stand by, es decir, es conveniente apagarlos totalmente.
La electricidad para calefacción o para agua caliente es una forma muy ineficaz de utilizar esta energía. El 70% se pierde en la producción de electricidad. Las alternativas son: la energía solar y el gas.
Utilizar luces próximas para realizar tareas como leer, coser, estudiar y eliminar así las luces indirectas, que suponen un gran consumo, por tener que ser de mayor potencia.