
Toda una ilusión. Cada proyecto debe nacer con esa fuerza, que lo mejor de ti sirva para realizar tus sueños. Este cortometraje supone volver con proyectos propios después de varios años, nuevas batallas, eso es.
Además de la dirección, también se ha encargado del montaje y la fotografía. ¡Es usted un gran polifacético!
A los 10 años descubrí la cámara, después el montaje, la actuación... fui aprendiendo de todo un poco. Para ser director debes conocer cuanto más mejor, y la suerte es que todo es divertido. Ganar el Goya significaría un reconocimiento muy valioso y mayor difusión, lo que resulta un trampolín formidable para realizar otros proyectos más costosos.
Comenzó rodando sus primeros cortometrajes en las calles de Pozuelo... ¿Qué recuerdos guarda?
Una pandilla de adolescentes inquietos rodando con un tomavistas de cine todo tipo de historias: en calles, descampados... Al ver recientemente la película "Super8" dije, ¡Ahí estamos nosotros!
¡Tendrá imágenes de Pozuelo hoy casi irreconocibles!
Hace 20 años, rodábamos los descampados de lo que sería la Avenida de Europa. Para nosotros eran lugares bombardeados por aviones de la Segunda Guerra Mundial. Y lo mismo con el Arroyo Meaques, que era un foso laberíntico misterioso, y en el modernísimo centro comercial La Estación sucedían hechos paranormales... La gente se sorprendía al vernos.
¿Es Pozuelo un buen escenario para sus proyectos?
Por supuesto. Sería un buen escenario para rodar mi próxima película. Hay gran variedad de localizaciones naturales, urbanas, infraestructuras audiovisuales...