(Se abre en ventana nueva)Este vecino de Pozuelo de Alarcón y profesor de Educación Física durante 12 años en el Colegio Pinar Prados de Torrejón es un ejemplo de superación y de que la vida sigue después de un trasplante y en su caso, después de tres. Puesto que, desde los 32 años y hasta los 47 años fue intervenido hasta en tres ocasiones en las que le trasplantaron un riñón, el primero, donado por su propio padre. Tras haber superado esta etapa, que describe como “muy dura y difícil”, da gracias a todos los familiares y donantes de sus órganos y nos invita a reflexionar sobre la donación, un acto con el que podemos salvar muchas vidas.
 
Su vida profesional y personal siempre ha estado ligada al deporte…
Así es. Estudié magisterio con especialidad en Educación Física. Fui profesor en el colegio Las Acacias, primero, y después en Pinar Prados. Además, como esta asignatura suele gustar mucho a los alumnos, siempre he organizado actividades fuera del colegio como los viajes a la nieve en la Semana Blanca. E incluso cuando era joven fui jugador de baloncesto.

Pero, con 32 años todo cambió…
Apenas sentía síntomas, salvo estar más cansado de lo normal y sentir algunos calambres. Tras una analítica me detectaron unos niveles muy altos de creatinina, que es la que mide el índice de la función renal. Empecé a visitar distintos especialistas y algunos de ellos me llegaron a decir que me quedaban meses de vida. Otros, afortunadamente apostaron por ponerme un tratamiento que paró el deterioro renal hasta que hicieron las pruebas de compatibilidad a mi familia y fue mi padre el que me donó un riñón.

Su padre siguió viviendo con un solo riñón. ¿Es posible?
Claro que sí. Mi padre tenía en aquel momento 62 años y ahora que ya ha cumplido 84 años está fabuloso. No sólo se puede vivir con un solo riñón y hacer vida normal, sino que está comprobado que uno hace la función de los dos e incluso aumenta de tamaño.

¿Y usted cómo consiguió remontar esta situación?
Se pasa muy mal y sobre todo no dejas de preguntarte ¿por qué yo? Pero la ayuda de la familia, los amigos y la tuya propia te ayudan a ir recuperándote.

Y de nuevo el destino le jugó una mala pasada…
A los diez años del trasplante el riñón falló de nuevo. Tuve que volver a diálisis y a la espera de un nuevo riñón. Tras cuatro años de espera, recibí uno. Pero después de la operación mi cuerpo no lo aceptó y de nuevo, volví a diálisis y a la larga espera hasta que llegó un tercer riñón compatible conmigo. Estoy muy agradecido a las personas que me donaron su órgano así como a los familiares de los fallecidos que en ese momento decidieron dar los órganos (se emociona).

¡Donar es dar vida!
Un donante puede dar vida a muchas personas. He intentado transmitir a mis hijas el valor de la solidaridad para ayudar a los demás. Aunque España ya es uno de los países que más dona. De hecho, cuando participé en estos Juegos Olímpicos había un holandés que estaba agradecido a España porque su médula era española.

Un último mensaje...
Recomiendo hacer mucho deporte a todo el mundo. Y sobre todo después del trasplante porque es una motivación.