José María Cano frente a una de sus obras (Se abre en ventana nueva)Ahuyenta la frustración anulando los deseos que podrían llevarle más allá de lo estrictamente razonable. Inmerso en una intimidad austera, se vuelve generoso en la palabra y en los gestos. Hablamos de su obra, hablamos de la vida. Sobre todo de la vida. Qué no habrán visto esos ojos que ahora le delatan como un hombre que ha aprehendido cómo es el terreno que pisa. Su temor es el de muchos. ¿Habrá alguien que quiera seguir siendo generoso el día de mañana? Si Dios quiere, José María, seguro que sí.
Texto: Isabel Gónzalez del Vado.

 

 

 

Acaba de llegar de Londres. Como ciudad, ¿qué le ofrece que no encuentra en Pozuelo?

Viviendo en Londres, Madrid no es una alternativa tan buena como Pozuelo. En Pozuelo paso la mayor parte de mi tiempo en España. Pozuelo es un referente muy importante en mi vida; mis padres viven aquí desde hace 40 años y mi bisabuelo ya veraneaba en Pozuelo. Yo, desde que nací, pasaba temporadas largas en la zona que hay detrás del Colegio Americano.

¿Qué es lo que más le atrae de Pozuelo?

Antes no me gustaba demasiado, pero en los últimos años se ha convertido en un sitio muy diferente. Era un lugar rancio, algo deprimente. Ahora es un lugar moderno, pero con mucha personalidad, que ha sabido conjugar perspectivas diversas pero concretas. Por ejemplo, la interacción que tiene la parroquia de Santa María de Canaá es distinta de la que tiene normalmente una iglesia con la población de su entorno. Se ha sabido preservar la tradición de las fiestas y convertirla a la vez en una ciudad abierta. Otro ejemplo. La calle del Generalísimo se ha cambiado por Juan Pablo II, algo que me llamó mucho la atención porque Generalísimo es un adjetivo que no sólo se refería a Franco como personaje histórico, sino que también lo definía como "Franco fantástico". Eso, en un lugar como Pozuelo, donde el asunto religioso es muy estructurador de la sociedad, ha tenido mucho sentido.

¿Se ha planteado alguna vez marcharse a Londres definitivamente?

No soy una persona que tome decisiones... Voy viendo lo que la vida me pone por delante y cómo lo pone. Procuro no tener demasiados deseos para no tener ninguna frustración. Cuando voy a Londres trabajo más en el aspecto de comunicación de mi obra y, en cambio, cuando estoy aquí, sencillamente trabajo; Pozuelo es ideal para un pintor porque te proporciona luz y tranquilidad.

¿Cómo es una jornada normal para Vd.?

Cuando no estoy con mi hijo trabajo todo el tiempo. Me levanto, trabajo; como, trabajo; voy al baño -sonríe-, trabajo; duermo, trabajo.

¿No hace vida social?

Apenas... Sigo teniendo muy buenos amigos y amigas en Madrid y suelen venir a casa a verme. Además, este año se me ha complicado profesionalmente; en lo que va de año he expuesto en Moscú, en Berlín...; el 18 de octubre se inaugura el Museo de Arte Contemporáneo de Praga con mi exposición, me dan el museo entero, con lo cual es muchísimo trabajo. Después, el 15 de noviembre, expongo en Nueva York con Nyehaus mis dibujos de toros y, seguramente, también en Londres, en enero.

¿De dónde le viene la pasión por la pintura?

Es mi trabajo.

¿Cómo lo definiría?

No creo que sea necesario explicarlo. El que tenga curiosidad puede ver imágenes en José Maria Cano.com. No creo que el que atienda a una definición pueda sacar una conclusión ni siquiera cercana de lo que estoy haciendo.

¿Cómo llegó a esta forma de trabajar?

Yo no hago las cosas por un porqué realmente. Me van pasando. Me fijo mucho. Decido poco. Intento ponerme a favor de las cosas siempre que no contravengan mi manera de entender esta vida. Ahora, como sienta que tengo que oponerme, tienes que matarme para pasar por encima. Actuar así hoy en día es sinónimo de desastre. Ya no se ve ni en las películas y la sociedad no lo valora y si puede te destruye porque la pones en evidencia. Yo de momento, gracias a Dios y toco madera, he tenido fortuna. Empiezo a tener la sensación de que ya no va a haber que correr más riesgos. Espero que sea una intuición y no un deseo. Ojalá sencillamente lo único que tenga que hacer es pintar hasta el final. Un trayecto que no me va a molestar nada recorrer sin sobresaltos. Está tocado por la creatividad. Como el que tiene el don de cantar bien... A mí no se me da bien cantar, como todo el mundo sabe -dice entre risas-.

Entiéndame... Pero, sí componer.

Ya, ya, pero a lo mejor se me da bien componer porque no se me da bien cantar -vuelve a sonreír.

Es Vd. muy humilde...

-Silencio largo, acompañado de sonrisa...- Bueno, realmente la humildad es un buen mecanismo para vivir de una manera razonable. Yo soy una persona muy providencialista y entiendo que si uno empieza a alardear de lo que tiene lo puede perder. Hay que usar las herramientas para lo que son, como dicen los mecánicos. Si usas el destornillador para abrir los botes de pintura te tocará apretar tornillos con la uña. Cuando uno tiene un cierto éxito en su trabajo lo tiene que utilizar para trabajar en mejores condiciones, pero no para enseñarle a la gente lo exitoso y lo rico que es. Si lo utilizas en ese sentido antes o después lo pierdes; y, en cualquier caso, no tiene buen karma.

La gente que vale suele ser humilde. El que no, alardea.

Sí, es verdad... Además la gente que tiene mucho trabajo y está muy activo tiene poco tiempo para andar con tonterías y, en cambio, cuando un individuo te empieza a contar muchas cosas te mareas.

El pintor trabajando en su obra (Se abre en ventana nueva)¿Es aficionado a los toros?

Mi trabajo últimamente ha estado muy relacionado, como veo que sabes. Más que aficionarme a los toros me estoy aficionando a cómo se articulan los componentes esenciales del espectáculo taurino: el público, el lado femenino del torero, el masculino del toro, la incorrección política del espectáculo, los antitaurinos, la muerte de Manolete, cómo todo eso se cuece a presión... y no me interesa como ejercicio de dibujo, sino como algo que pasa.

 ¿Qué es lo que más le atrae del toreo?

Me cautiva el espectáculo taurino como síntesis escénica de cómo funciona la sociedad en este momento. Históricamente el motor final de la relación social era la justicia. Ahora no. Antes, en el mundo había gente buena, que lo pasaba mal; gente mala que pretendían ser buenos y lo pasaban bien, y gente mala sin tapujos que metían en la cárcel. Pero el bien era estéticamente deseable. Era la manera maniquea de vivir. Con el tiempo, los buenos que antes lo pasaban mal pero estaban bien vistos ahora ya ni siquiera están bien vistos. De manera que la gente que actúa con bondad obra así porque su naturaleza se lo pide, pero la sociedad eso no lo favorece. Antes no lo ayudaba, pero lo admiraba; ahora ni lo favorece ni lo admira. De manera que ahora hay como un hecho masculino y femenino que no tiene que ver con sexo sino con tipo de energía. Que va más allá del género. Como el macho y la hembra de un enchufe. Hay gente constructiva, hacedores y hay gente destructiva o apática que lo único que hace es ponerle dificultades al que quiere hacer cosas. La envidia es el alimento espiritual de los ociosos. Hay mucha gente que se corta un brazo por cortarte a ti una falange. Pero te hacen un favor, porque la verdadera grandeza está en pintar con el muñón y la sangre del destrozo. El polo positivo empuja y el negativo chupa. Hasta cuando va a andar la máquina? eso es otro problema... Si no me has entendido vete a los toros y me entenderás.

¿Cómo acabará esta situación que describe?

Pues no sé si una generación que haya nacido educada sin ningún incentivo por la construcción va a apetecerle seguir poniendo la energía para que sea absorbida por otros. No sé si en el futuro habrá gente que quiera mantener la tarea tan grande que es construir en contra de la actividad negativa de algunos que lo único que hacen es destruir.

Nunca como ahora se habló de solidaridad, de igualdad, de derechos...

Cuando la sociedad es injusta y está enferma desarrolla simulacros de salud. Cuanto más se habla de estas cosas es porque menos las hay. La sociedad cuando no puede resolver un problema lo compensa. Pero el problema se ve como genérico y luego la compensación resulta que se hace sobre un individuo concreto. Por ejemplo, respecto al problema tan horrible de los malos tratos. No todos los hombres son maltratadores, ni toda la sociedad masculina está enferma y en contra del mundo de la mujer. Pero a ver si cuando un individuo va a pedir la custodia de su hijo no se la dan por eso...

Se nos llena la boca de grandes valores.

Y de grandes soluciones. Vivimos en un mundo que está lleno de frustración porque vivimos una época de cambio moral absoluto. Yo, como artista, no soy protector de ninguna moralidad, pero como observador entiendo que a la gente le genere una frustración tremenda la diferencia tan grande entre la manera de vivir, pensar, sentir y la orientación moral de la sociedad de hoy con respecto a la que yo viví cuando fui educado. Viví una parte aprendiendo y cuando me tocaba vivir con lo aprendido...

No le valió.

No es que no me valiera, es que Dios me libre de aplicar o casi comentar ninguno de mis aprendizajes. Eso es muy frustrante. Vivimos, como dicen los ingleses, "patronizados" por el progreso, donde la palabra cambio no tiene sentido peyorativo nunca. Yo me considero muy, muy abierto; con una capacidad de relativizar grande sobre todo si considero lo poco que relativizo conmigo mismo. Pero es por correr bien por la dehesa por lo que mueres en la plaza. Pero qué grande es el día que se indulta un toro.