Pepe ViyuelaEste gran artista, polifacético donde los haya, y gran amante de lo que hace, se ha bajado del escenario para atender a "Vive Pozuelo" y hablarnos de su experiencia y su trabajo actual. Licenciado en Filosofía, estudió además arte dramático para dedicarse a su gran pasión, la interpretación. Desde que inició su carrera en el conocido programa "Un, dos, tres", Pepe Viyuela ha deleitado al público con su gran versatilidad a través de distintos registros y papeles como "Filemón" en la película de Fesser o Chema en "Aída". Sin duda, descubrimos "De Cerca" a un gran artista que apuesta por la cultura como elemento fundamental de cualquier sociedad.
 
Actor, poeta, humorista… ¡Sin duda eres un gran artista!
Yo no hablaría de un gran artista, sino de una persona que ha tenido la gran suerte de trabajar en lo que le gusta. En este sentido sí me considero bastante afortunado porque poder vivir del teatro o de la televisión es un sueño que he cumplido.

Y muy polifacético...
Yo creo que el ser humano hace muchas cosas y en ámbitos distintos, pero no transcienden como cuando hay una cierta popularidad. Creo que soy una persona normal y que hago las mismas cosas que todo el mundo. No me siento distinto. Profesionalmente soy actor y payaso porque son las dos actividades que más me gustan. Las demás ocupaciones que hago me gustan y me divierten pero no le dedico el mismo tiempo que a la carrera de actor. Cuando ejerzo como humorista es un papel más que adopto como actor y un personaje que desarrollo delante del público.

Presentación de la programación del MIRA TeatroDetrás de tanta actividad, seguro que hay mucha constancia y trabajo.
Esto es la clave de cualquier tipo de actividad si realmente te gusta. Si se quiere profundizar en la materia, evolucionar en ella y crecer con el paso de los años hay que dedicarle mucho tiempo. Pero es un gusto si es vocacional. Estamos aprendiendo toda la vida y me gustaría tener siempre la sensación del estudiante para mantener la ilusión de cuando uno empieza una actividad. Y la verdad que ésta es la actitud que adopto cada vez que afronto un personaje nuevo. Tiemblo. Sigo teniendo esa sensación de no saber cómo abordarlo y me gusta. Si no lo sintiera así me aburriría. Ser actor sin un poquito de tensión, de nervios, de miedo a no hacerlo bien sería muy pesado. Me gusta sentir esa zozobra porque uno puede estar satisfecho pero es el público el que decide y te aprueba o no. Por eso me gusta esta profesión y la sensación de aprendizaje, de puesto a punto y de estar a prueba.

¿La motivación debe estar siempre presente?
Es el motor. Yo no podría hacer teatro sin ganas, sin ilusión, sin nervios, sin pasión. Cuando leo un papel me imagino en cómo será la puesta en escena, el vestuario, la música... Porque todo es fascinante y todo debe ser fascinante, si no sería muy aburrido.

Tu despegue artístico fue con "Un, dos, tres" y los números de mímica. ¿Cómo recuerdas aquellos inicios?
Sigo manteniendo la misma ilusión, porque es fundamental para que aquello que se haga tenga fuerza y sentido, pero en aquel momento no esperaba nada. Solo el vivir el día a día y disfrutar de aquella experiencia que me gustaba tanto. Pero no tenía la sensación de que podría vivir de aquello. Era una sensación de aficionado. Ahora es diferente porque cada cosa nueva que asumes lo haces pensando en que tiene que ser igual o mejor que lo último que has hecho. Aquella etapa era más divertida porque no tenía la "auto-presión" que me impongo yo ahora. Además, al ser más joven se es más ingenuo y no era tan consciente de las dificultades a las que me enfrentaba. Ahora que soy más mayor me he creado más responsabilidades y también más angustias.

La televisión, el teatro, el cine son testigos de tu talento. ¿En qué escenario te sientes más cómodo?
Donde más disfruto es en el teatro porque hay una relación permanente, constante y viva con el público que no se produce en la televisión. Recibes las sensaciones, emociones e impresiones que produce en el espectador lo que tú estás haciendo. La comunicación fluye y es directa.

Te vemos cada noche de domingo en la serie "Aída" desempeñando el papel de Chema. ¿Cómo describirías este personaje?
El de un hombre sencillo, de barrio, con muchas ganas de cambiar el mundo y con ilusión. Este personaje significa mucho para mí, porque a pesar de llevar ocho años interpretándolo, me ha permitido descubrir que nunca se agotan las posibilidades si uno le pone ganas. A Chema le debo muchas cosas porque además de poder aprender con él como actor, me permite poder vivir de ello y compaginarlo con otros proyectos.

Y la serie "Aída", ¿Es tal vez un reflejo de la sociedad española?
Tiene un punto de disparate porque la ficción nos permite jugar con la realidad e inspirándonos en ella, caricaturizarla. "Aída" es un retrato social, lógicamente desfigurado a través de los papeles cómicos de los personajes. Pero también mantiene esa estructura de la comedia del arte, en donde los personajes son fáciles de identificar y en cada episodio van viviendo una aventura distinta. En definitiva, hay una serie de elementos que la hacen muy amable para el público, porque éste se reconoce en ellas, se identifica con los personajes y se ríe con la serie. Hay mucho trabajo detrás: el guión, la producción, los actores... Todo el mundo suma esfuerzos. Hay un gran trabajo en equipo.

Desde el papel cómico en "Aída" hasta "Mortadelo y Filemón" o la representación clásica de "Androcles y el león" en el Festival de Teatro clásico de Mérida. ¿Cómo se consigue esta versatilidad?
Creo que a los actores y actrices lo que más nos gusta es el cambio. Hacer cosas distintas. Cuando te ofrecen algo nuevo lo asumes como un reto y la versatilidad nace, precisamente, de ese deseo de cambio, de la búsqueda de nuevos personajes, de la diversión del propio cambio. Ese constante carnaval en el que los actores queremos vivir, cambiando de disfraz nos permite querer hacer cosas diferentes siempre. Y con el cambio se hace uno versátil.

Entre tanta obligación profesional, ¿Cómo es Pepe Viyuela entre los suyos?
Cuando uno es actor parece que ejercemos un papel constantemente, pero no es así. En mi casa soy padre, soy marido, soy hijo... No soy nada más ni nada menos que lo que hacemos todo el mundo. Intento colaborar en lo que puedo, hacer la vida fácil a los demás, querer a los que me rodean... Soy una persona normal.

¿Y cómo se concilia cuando uno tiene tantas obligaciones fuera de casa?
Se va bastante tiempo en el trabajo, pero para todo hay etapas. Cuando mis hijos eran más pequeños dediqué menos tiempo al trabajo y más a la familia. Ahora que son mayores, me dedico más a esto que tanto me gusta. Además, en casa se habla de la profesión porque mis dos hijos se están preparando para ser actores.

¿Algún consejo para los que piensan en ser actores?
Primero que piensen en si esta profesión les gusta. Y luego que trabajen muy duro, que no den nada por hecho, que no paren de buscar y de probarse a sí mismos porque todo se puede hacer mejor. Pero sobre todo, que no se rindan. Hoy por hoy la profesión de actor no es la única inestable. Hay que luchar por aquello que a uno le gusta.

El 10 de noviembre estás en Pozuelo con "Los habitantes de la casa deshabitada". ¿Qué nos vas a ofrecer?
Esta función que hemos escenificado en muchas ciudades españolas desde su estreno en enero, es un "Jardiel" y por tanto, la risa está asegurada. Es una comedia muy disparatada de Enrique Jardiel Poncela, con su característico humor surrealista, blanco, lleno de encanto y con unos personajes que a los actores nos hacen disfrutar muchísimo y creo que a los espectadores más todavía. El humor "Jardiel" es muy elegante y difícil de olvidar. Además, esta obra es una buena puerta de entrada para los jóvenes aficionados que se inicien al teatro. Aunque es una obra para toda la familia.

Actúas en el MIRA Teatro, una infraestructura moderna y actual. ¿Es bueno que los municipios tengan infraestructura para acoger obras como ésta?
Es bueno e importante para los actores y para el público. El teatro es un fenómeno vivo desde hace miles de años, que ha sobrevivido a las nuevas tecnologías, y necesario porque las personas necesitamos que nos cuenten historias y nos creen emociones. Y para ello, se necesitan espacios, y cuanto más acondicionados mejor. Ojalá hubiera muchos teatros como éste. Una sociedad dice mucha de ella el número de espacios para la cultura que tenga y cuántos más tengamos y más usemos, más preparados y cultos serán sus miembros. ¡Que nunca falte cultura, que nunca falten actores ni espectadores! La cultura es fundamental para una sociedad.