Fotografía Pilar IbáñezAunque nacida en Madrid, se llama Pilar porque su padre, el entonces ministro de Educación, era aragonés. Pilar Ibáñez-Martín, esposa del ex presidente del Gobierno Leopoldo Calvo-Sotelo, es mucho más que eso: madre de una familia de 8 hijos que le han dado 18 preciosos nietos. Su alegría.

Llegamos a la casa de los Calvo-Sotelo, en Pozuelo. En el porche, la mesa ya está dispuesta con unos refrescos. Eso ya dice algo más de Pilar; que nada le coge por sorpresa y que en los pequeños detalles están los grandes placeres.

Su sala de estar, luminosa, espaciosa y acogedora. Repleta de libros. Cada rincón, con miles de fotografías, evoca la visita por un museo virtual en donde se pueden contemplar los últimos años de la historia de nuestro país. Junto a las estanterías, en las mesas de la sala, un par de ordenadores, que apuntan el interés del ex presidente por las Nuevas Tecnologías. No tanto el de Pilar, que a pesar de que uno de sus hijos, Andrés, dirija dicha concejalía en este Ayuntamiento, ella sólo se asoma a las ventanas de los ordenadores para contemplar las fotos de su tercera generación.

Más que sus palabras, también, es su tono. Un tono, mezcla de sabiduría, experiencia y curiosidad, que da paso a la reflexión. Pilar, es de las que piensa antes de hablar....

¿Qué piensa por las mañanas cuando se despierta? 
Tengo muy mal levantar. Soy trasnochadora y por lo tanto el levantarme es una carga insoportable que voy salvando poco a poco. A las 11 ya estoy mejor, digamos.

De no ser española, ¿dónde le hubiera gustado nacer y por qué?
No se me hubiera ocurrido nunca pensar eso.

¿Detrás de un hombre inteligente hay una gran mujer o simplemente una mujer sorprendida? 
Los tópicos no los practico mucho. Entonces, no sé, soy una mujer que trabaja mucho... sin más.

Dígame a dos personas que admire. No valen nombres de familiares. 
A los escritores, a todos; y, en general, al mundo de la inteligencia.

¿Qué es lo que más le gusta de España? 
Me gusta todo. Mi marido y yo somos muy viajeros. Galicia, Aragón, Sevilla, Cataluña... me gusta mucho España pero también otros países. Ahora, por ejemplo hemos venido de Marruecos, hemos ido a celebrar los 80 años de Leopoldo, y hemos ido 19, con nietos y todo. Y realmente he pensado ¡qué pena no tener más vida, para conocer más cosas!

¿Y lo que menos? 
Lo pesados que somos todos, la verdad, hay que ver qué país. Pero qué se le va a hacer, no hay otra cosa. Pero eso lo decimos porque es el que conocemos. Esto en realidad pasa en todos sitios.
Y aprovechando esta declaración pasamos a hablar de política porque ésta atraviesa su familia de cabo a rabo... Sí, sí, efectivamente, un desastre y... (suelta una carcajada que contagia a los presentes)

¿Le hubiese gustado que su familia se hubiese dedicado a otras actividades?
Pues tampoco lo sé porque muchas veces se piensa, ¡qué horror la política! es tan dura, la gente agradece tan poco todo, pero ¿dónde es mejor?

¿Recomendó a sus hijos que se dedicasen a otra cosa? 
En absoluto. Ni una cosa ni otra. Les he dejado libertad total.

Y cuando alguno de ellos se dedicaba a esto, ¿ha pensado alguna vez Ay Dios mío otro más?
Pues sí ¡otro más! pero tampoco del todo, porque en el fondo pienso que el servicio público es muy importante.

¿Cómo es su vida en el municipio? 
La verdad, ahora que Andrés es concejal aquí hacemos más municipio, pero, siempre hemos vivido muy dentro de Pozuelo, aunque teníamos que viajar, de aquí para allá, una vida muy complicada. Pero realmente aquí vivíamos en la colonia, íbamos a misa a Humera, y a Pozuelo a comprar, al mercado municipal en la Estación.
Pero el desarrollo de los últimos años ha sido impresionante. Lo que nosotros hacemos es andar por Pozuelo. Y admiramos un crecimiento muy civilizado. Parece una ciudad alemana o yanqui: casas bajas, callecitas interiores, me parece fantástico y lo que se sigue haciendo.

¿Qué cambios significativos ha observado en Pozuelo?
Los cambios han sido muchos y sé que hay grandes proyectos, como el de la Plaza del Padre Vallet, lo que me parece estupendo. Precisamente por que han decidido conservar el Ayuntamiento antiguo, junto a modernos elementos. Por eso, cuando surgió el tema de la Plaza del Padre Vallet yo le dije a mi hijo que si había una manifestación para defenderlo yo me ponía a la cabeza, porque además Pozuelo tiene poca historia, y si la poca que tiene nos la cargamos, ¡qué pena!
Y que se conserven ayuntamientos, iglesias, casas antiguas... es una buena política.

Nuestro slogan es "Pozuelo calidad de vida", ¿cree que es verdad o nos pasamos?
Es verdad. Aunque falten cosas, como aparcamientos. Si os puedo sugerir, os diría que nosotros, que como decía antes, somos muy viajeros, nos gusta mucho Europa, y a mi me parece que aquí hay mucho espacio verde desperdiciado que no está suficientemente acondicionado y las personas no los pueden usar. Hacen falta caminos, bancos, luces. Suiza se puede recorrer por caminos de tierra para personas y para bicicletas.

¿Tenemos que seguir mirando a Europa?
Creo que Europa es una buena fuente de inspiración, cuidan mucho el entorno y sus zonas verdes, por lo que estaría bien fijarnos en sus modelos para aprovechar al máximo y con eficacia nuestros espacios.
Pero en general, Pozuelo me encanta. La zona donde se hace ahora el mercadillo tiene una vista preciosa sobre la sierra. Y también sería importante que los vecinos seamos más limpios, más cuidadosos con el entorno. Tal vez harían falta más papeleras.

¿Alguna sugerencia a los responsables municipales?
Tampoco estaría mal que algún concejal o incluso el alcalde, como hace el de Oviedo, todos los días, se diese una vuelta por distintas zonas del municipio y viese que en la calle tal hay un bache, basura, el farol no funciona. Eso es vital para saber bien lo que está sucediendo. Los grandes proyectos son necesarios, pero en general los ciudadanos de a pie, agradecen que se vaya a lo cotidiano.

¿Cómo ha podido compaginar su carrera como política en la sombra y su papel de madre de familia numerosa?
Nada de carrera política, absolutamente nada. Yo era para la parte de dentro, me preocupaba por él, por los de casa, pero nada más. ¡Dios me libre! De esposa americana, nada.

¿Se disfruta más de los nietos que de los hijos?
Pues verdaderamente sí. Porque yo que he tenido tantos hijos, siempre he estado muy agobiada para sacarlos adelante. En cambio los nietos los ves de una manera más relajada y la edad te da esa sensación de que no hay nada mejor que la contemplación de un niño. Si queréis os los enseño, los tengo en el ordenador a todos...

Ahora que habla de ordenador, ¿cómo se lleva con las Nuevas Tecnologías?
(Ríe). Ni idea porque no tengo tiempo y tampoco he sentido una gran necesidad. Pero las fotos en el ordenador sí. La verdad es que me dais una envidia enorme los que manejáis estos aparatos.

Ser esposa de un presidente de Gobierno, ¿es un chollo?
Chollo ninguno. Pero vamos, es interesante, conoces gente, estás en los problemas. Sufrimos mucho con la ETA, pero tuvimos otras compensaciones.

De cuna política, siguió su vida en este ámbito junto a su esposo, ¿cómo vivió el 23-F?
¡Uf!! Lo pasé muy mal. Yo no estaba en el Congreso porque Leopoldo prefería que no estuviese. Y entonces me quedé con unas amigas en su casa y lo escuchamos por la radio. Luego vinieron los tiros, después, Bach. Se me cayó el mundo, ya que pensé el banco azul, adiós". En eso llegó una amiga que logró escaparse del Congreso y nos tranquilizó. Luego volví a casa, y vino mucha gente. ¡Una noche larguísima! ¡Cómo podíamos tener un golpe de estado en el Siglo XX!

¿Y su posterior experiencia como esposa de un presidente de Gobierno? ¿Cómo vivió en La Moncloa?
Cuando Leopoldo fue presidente, no quería ir a La Moncloa porque aquí tiene todos sus libros, sus papeles, sus cosas, y le parecía incomodísimo vivir en otro sitio, pero esto resultaba más incómodo para montar la seguridad, y por eso al mes nos fuimos allí. La casa es agradable y yo lo que hice es quitar cosas, por ejemplo, los tapices que había en el Salón de Columnas que tapaban la vista de la sierra y que se devolvieron al Patrimonio y ordenar el funcionamiento de la casa como si fuera la mía.

¿Qué es lo más gratificante de su vida actual?
Tal vez vivir en Pozuelo (sonríe). Soy muy madrileña, me encanta Madrid, pero en realidad me doy cuenta que yo no podría vivir más que aquí.

¿Para cuándo una mujer presidenta?
Pues no sé....No soy una feminista fanática. Que se trate mal a las mujeres es intolerable, pero por ejemplo esa cena sólo de mujeres, pues... creo que lo que hay que hacer es comportarse con naturalidad. Y si hay una señora fantástica, que por méritos pueda serlo, pues adelante, pero no sólo por ser mujer.
Todas las mujeres de ahora tienen una dificultad enorme para estar en los dos frentes, el laboral y el personal. Eso es muy difícil, son muy valientes.

¿Quiere decir algo sobre la situación política actual?
(Piensa y sonríe). ¡Ay! Es más bien triste el panorama. Pero creo que no llegará la sangre al río. Estamos debatiendo cosas que a nadie le importan nada y en cambio las cosas que a la gente le importan, no se tocan... ¡qué se le va a hacer!

¿Y sobre la municipal?
Lo que vemos los ciudadanos de la política municipal, en general, es que está bien. El tema de las obras es muy incómodo pero hay que pensar en lo bien que quedarán. Siempre son rentables, como las del metro ligero, por ejemplo.

¿Qué mantendría del presente para el futuro?
Hombre, yo tengo que dar gracias a Dios por tener alrededor tanta gente, tantos niños sobretodo, porque dan esa sensación de pureza, les parece todo maravilloso. Yo ya estoy de vuelta, entonces la sensación de tener gente pequeña cerca, es estupenda, porque son serios, cumplidores, más de lo que somos los mayores.

 

 

 

Íntimo y personal.

Un libro: Machado
Un color: el agua en la Ría de Ribadeo
Una comida: la paella en Valencia
Una bebida: el vino tinto
Un placer: un buen libro
Un secreto: soy de centro
Un lugar: Roma
Un defecto: la comprensión
Una virtud: ser trabajadora
Una pena: tantas cosas que no he podido hacer
Una fobia: la tontería